MALCOM MCLEAN: EL PADRE DE LA CADENA LOGÍSTICA

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El próximo 26 de Abril se cumplirán 61 años desde que Malcom McLean cargó 58 remolques de aluminio, del mismo número de camiones, en la Motonave “Ideal X”, en el Puerto de Newark con destino al puerto de Houston en Texas.

La Motonave era un tanquero desecho de la segunda guerra mundial al que McLean le había mandado a colocar unas planchas de acero sobre las plataformas de los tanques, que otrora llevaron combustible a las tropas aliadas alrededor del mundo. Sobre las láminas aseguró los remolques, estos se transportaron con sus llantas y, en su “quinta rueda”, colocaron unas armazones de hierro para asegurarlos.

Malcom McLean no era naviero, era transportador terrestre; propietario de “McLean Truck”, que se vio obligado a vender a sus 42 años para fundar “Pan Atlantic Steamship Co”, ya que la ley antimonopolio, vigente en los Estados Unidos por esa época, no le permitió tener ambas empresas de simultáneamente. Su segundo negocio no fue lucrativo en los primeros viajes, sin embargo, a medida que pasaban los días, más y más clientes se fueron acercando a él.

Llegó la guerra de Vietnam. El gobierno Americano encontró en los contenedores la solución a sus problemas logísticos, entonces contrató a McLean para llevar sus pertrechos al otro lado del mundo. Esto condujo a que empresas multinacionales vieran el contenedor como una mejor opción de transporte, pues protegían sus productos de la copia y del robo. En 1960 “Pan Atlantic Steamship Co.” se fusionó con “SEA LAND”, una empresa netamente transportadora de contenedores. Durante 4 años nadie pensó que éste visionario fuera a triunfar y más de uno lo tildó de loco, pero McLean ya estaba pisando fuerte, pues gracias a los contenedores algunos puertos habían reducido el trabajo de los estibadores.

Es bien sabido que los sindicatos de estibadores de los puertos eran los más poderosos de los Estados Unidos. Por lo general eran manipulados por personas de reputación cuestionable y bajo un monopolio que, en algunos casos, cubría toda la costa este del país, sin embargo McLean siguió adelante, luchando sin cuartel, pese a las amenazas que lo azotaban. Fue entonces cuando algunos de sus competidores se dieron cuenta que el negocio de las navieras había cambiado y decidieron hacer lo mismo.

Una vez a flote el negocio, McLean empezó por retirarles las ruedas a los remolques y así se pudo ahorrar espacio arrumandolos unos sobre otros; se diseñaron “las piñas”, que aún hoy funcionan, y se le instalaron grúas propias a los navíos, pues la mayoría de los puertos no tenían la capacidad para colocar los contenedores sobre las motonaves. El negocio se transformó en el transporte de contenedores sin importar la mercancía o el clima que hiciera; las Motonaves permanecían menos tiempo en un puerto: cargar, transportar y descargar eficientemente, para repetir el ciclo en otro puerto.

En la época anterior al contenedor, los costos del flete tenían un componente que era la operación en los puertos y en la mayoría de los casos llegaba a ser del cincuenta por ciento del valor total del flete, debido a la alta manipulación de la carga. Los puertos que antes eran un hervidero de múltiples actividades dentro de las ciudades, donde los marinos desembarcaban a divertirse por varios días, y los muelles que se encontraban llenos de estibadores, paletas, bultos… pronto se convirtieron en grandes extensiones de terreno no muy lejos de las ciudades, donde solamente se encuentran cajas de metal de todos los colores esperando ser llevadas al costado del buque o ser cargadas por un camión o un tren hacia su destino final.

Al principio, la mayoría de las cajas eran diferentes y cada naviera trabajaba con sus propias dimensiones, lo que hacía imposible la intercambiabilidad que hoy disfrutamos. No existía una reglamentación que diera los patrones para cada equipo, por lo tanto en 1967 la IMO (Organización Marítima Internacional por sus siglas en inglés) definió los tipos de contenedores en 10, 20 y 40 pies. Posteriormente se agregaron los de 45, 48 y 53 pies. El mayor éxito de la logística es la facilidad de mover los contenedores a su paso entre los eslabones de la cadena.

Al Señor McLean el mundo no le debe el contenedor, le debe el concepto del negocio de “cadena logística”. Un solo embalaje desde el origen hasta el destino final. Un mundo más pequeño y una economía más grande: una logística más eficiente.

Fuentes:

Box Boats – Bryan J. Cudahy

The Box – Marc Levinson

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